En mi pueblo, El Carpio de Tajo, uno de tantos pueblos de la provincia de Toledo, ha habido siempre hábiles tejedores del esparto. Con el esparto, estos tejedores hacían útiles para la casa y para las labranzas: desde esteras a serones. Las modernización del campo, con la mecanización, llevo al abandono de las tradicionales aperos hechos en esparto y su desuso. Tan solo, algunas cosa hechas con este material, mantuvieron su uso tradicional como esteras y persianas.
Mi pueblo, no fue una excepción ene el abandono de las cosas hechas en este materia y los tejedores de esparto fueron haciéndose mayores y dejando de tejer.
Yo, he tenido la gran suerte de que el maestro Cándido me haya enseñado este oficio. ¡Es todo un personaje! A sus 84 años sigue levantándose a las 5 de la mañana para ayudar a su yerno. Aprendió el oficio de espartero con su padre y los demás cabreros que estaban con él.
Un día fui a verle, después de pescar, para llevarle unos peces y me enseño un serijo que había hecho. Me pregunto si me gustaba y yo le contesté que lo que tenia que hacer era enseñarme ha hacerlo. Así fue como unos días después y durante meses, me enseñó todo lo que sabía. En ese tiempo, fuimos haciendo distintas cosas: serijos, alfombras, etc.
Algunos trabajos eran de los que él hacía habitualmente y otros de nueva creación que salieron de las manos y de la imaginación de ambos. La forma de tejer de Cándido es como se ha hecho desde siempre en mi pueblo cuidando mucho los detalles y los remates finales de la piezas.
Pasado este tiempo fui a enseñarle una pieza que había hecho y al verla él me dijo que ya no podía enseñarme mas, que el maestro era yo. Por suerte, aún sigo aprendiendo con él.
Aquí os muestro algunos de los trabajos que he ido realizando, desde mis comienzos hasta hoy.
Me podéis encontrar en el siguiente correo: julio.escalonilla@gmail.com